Valerie y su semana de las maravillas

El amor, el miedo, el sexo y la religión se funden en esta historia surrealista y fantástica, que mezcla cuentos populares como Alicia en el país de las maravillas o Caperucita roja. > No recomendada para menores de 18 años Jaromil Jireš (1935 – 2001) se graduó en fotografía y dirección de cine en la Escuela de Cine y Televisión de la Academia de Artes Escénicas de Praga (FAMU). Inició su carrera a finales de la década de los cincuenta con varios cortometrajes, de entre los que destaca Sál ztracených kroku (El salón de los pasos perdidos, 1960). Debutó en el largometraje con la película El grito (1963), que entró en sección oficial del Festival de Cannes de 1964, y a menudo se la considera como la primera película de la Nueva Ola checa y, por extensión a su director, como uno de sus pioneros. Es la primera cumbre artística de la obra de Jireš. Después llegaría La broma (1969), adaptación de la primera novela de Milan Kundera. La película se produjo durante la liberalización política de la Primavera de Praga de 1968 y contiene muchas escenas que satirizan y critican a los dirigentes comunistas del país. Fue estrenada tras la invasión de Checoslovaquia por el Pacto de Varsovia e inicialmente tuvo éxito en los cines, pero después fue prohibida por las autoridades durante los veinte años siguientes. Otro hito de la filmografía de Jireš es Valerie y su semana de las maravillas (1970), cuya acción se sitúa a principios del siglo XIX y está basada en una novela de Vítězslav Nezval. Se trata de una película de estilo gótico sobre el despertar sexual de una niña de trece años. Tras la toma de Checoslovaquia por los soviéticos, Jireš siguió trabajando en el país, pero rebajando su tono discursivo para eludir la polémica. En 1971, dirigió …a pozdravuji vlaštovky (Y saluden a las golondrinas), una película ambientada en la Segunda Guerra Mundial sobre la combatiente de la resistencia checa Maruska Kuderíková. Más adelante, su película Neúplné zatmení (Eclipse incompleto, 1982) participó en el 33º Festival Internacional de Cine de Berlín. Jireš se mantuvo fiel al género documental a lo largo de su trayectoria con una gran diversidad temática. En la década de los sesenta se orientó hacia el folclore del sur de Moravia, donde se ambientan varios de sus cortometrajes. Jireš volvió a esta región y a este tema de manera distinta en 1981 con el drama musical Opera ve vinici (Ópera en el viñedo). A partir de los años setenta, sus documentales se centran cada vez más en el mundo del arte, la música, la pintura y la arquitectura. Continuó haciendo películas durante los años 80 y 90 hasta el final de su vida, incluyendo documentales de ballet y ópera para televisión. Idioma: V.O.S.E. Formato:DCP.